Con un toque de color.

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Bali, Indonesia. © Alberto Honing 

Todo comienzo tiene una fase de experimentación, y yo como tantos otros aspirantes a fotógrafo, maltraté distintas películas de blanco y negro con forzados, fotos subexpuestas, distintos reveladores, y aquellas películas aguantaban el tipo.

Era evidente que la película en blanco y negro tenía experiencia, el color había nacido más tarde y sus comienzos, allá por 1861 fueron nefastos,  hasta que llegó en 1936 el Kodachrome para película de 35 milímetros. 

Aunque resulte paradójico, la fotografía en color siempre jugó en otra liga, tenían dificultad con la estabilidad de los tintes de color, y además, no tenía aceptación como fotografía artística. El blanco y negro ya se había colado en las galerías.

Por esta permisividad del negativo en blanco y negro, y supongo por razones pedagógicas, y porque el color era a priori el hueso duro, aprendí a revelar y a positivar en blanco y negro. Supongo también porque como en cualquier otra rama del arte, se comienza con los autores clásicos, y éstos eran en blanco y negro.

Así continué mis estudios de fotografía hasta que tuve mi primer encontronazo con el color, esa especie de revelación.

En mi escuela nos habían pedido un ejercicio muy simple, entregar en clase una sola fotografía en diapositiva

La primera dificultad era medir bien la exposición, un tercio de subexposición ayudaba a saturar el color. Elegí un bodegón, y la medición la tenía a raya con un fotómetro de mano

Lo más difícil era la idea de componer en color, tenía que pensar en color, hasta ahora el color para mí habían sido recuerdos, temas banales o fotos de vacaciones. Como estamos acostumbrados al color me resultaban las fotos insulsas, aburridas.

La clave de la composición era impactar, y el rojo es el color de mayor impacto, nos atrapa, su presencia atrae de facto la mirada. Era mi gran baza para que mi “diapo” fuera elegida y recuerdo muy bien cuando cayó sobre la mesa de luz como mi profesor rápidamente se lanzó a cogerla entre todas las presentadas y elegirla como la mejor.

Doble exposición sobre diapositiva. © Alberto Honing

La naturaleza humana responde de formas diferentes al color por factores psicológicos, culturales o emocionales. Piense en cómo le afectaría a usted su habitación pintada de un rojo muy vivo. Qué tranquiliza más un cielo azul o un cielo naranja. 

Los colores tienen sus propias connotaciones positivas y negativas.

El rojo es poder, amor, pasión y a su vez violencia, inquieta. El azul es paz, calma y sabiduría, pero también depresión. El amarillo es la riqueza, la vida, el sol, la energía pero también se asocia a la cobardía.

Udaipur, India. © Alberto Honing

Para empezar a entender el color en la composición hay que saber cómo influyen unos colores sobre otros

Las diferentes combinaciones estimulan nuestra retina e intensifican su nivel contraste

Esto ya lo conocían los pintores impresionistas y expresionistas como Van Gogh. Sabían que al colocar un color complementario junto a otro alcanzaban su máxima intensidad

Dicho esto, el primer modelo de color y más clásico es el RYB (siglas en inglés de rojoamarillo y azul ), y sus complementarios son respectivamente el verde, el violeta y el naranja. Una amapola roja se verá vibrante sobre un campo verde, así como un árbol anaranjado se intensifica sobre un cielo azul.

Agra, India. © Alberto Honing

El naranja y el azul son también opuestos en lo que a su temperatura de color se refiere. El naranja es uno de los colores más cálidos, mientras que el azul es uno de los más fríos. El amarillo y el violeta tienen la mayor diferencia de brillo, por tanto, hay un contraste tonal y de brillo. El rojo y el verde sin embargo, tienen prácticamente la misma tonalidad. 

Son colores cálidos el rojo, el naranja y el amarillo. Y fríos el verde, el azul y el violeta.

Nha Trang, Vietnam. © Alberto Honing

También la luz influye sobre el contraste entre los colores complementarios

Un prado verde un día nublado intensificará más el tejado rojizo de una casa, de lo contrario, ambos colores habrían sido demasiado brillantes.

Prambanan, Indonesia. © Alberto Honing

Pero qué pasa con el blanco, el negro y el gris.
No son colores porque carecen de tonos, no compiten con los colores, ni son cálidos ni fríos. 

Se les pueden llamar colores neutros y también son importantes en fotografía

El negro hace que cualquier color se vea espectacular, más vibrantes. El blanco imprime cierta elegancia y pureza a los colores. El gris modera el color, un cielo gris apaga los colores de la imagen.

Heusden Vesting, Holanda. © Alberto Honing

Hay otros modelos de color como es el CMY, el CMYK, el CcMmYK y el RGB

Este último es de síntesis aditiva del color,  que significa que mezclados en igual proporción dan el blanco. La luz diurna es RGB porque es una luz blanca, con la misma proporción de rojo, azul y verde. Y tiene su importancia en el balance de blancos de nuestras cámaras. Si hay una desviación hacia un color la cámara tiene que corregir con su color complementario. En informática y televisión la luz de las pantallas es RGB. 

Los demás son de síntesis sustractiva del color,  que significa que mezclados en la misma proporción daría el negro. El “K” es la sigla de black, y se añade para conseguir un negro puro en fotografía, difícil de conseguir con un modelo CMY.

 


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La ausencia practicámente de color resalta la composición. © Alberto Honing

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